LA HABANA, Cuba, julio, Tras décadas de abandono y maltratos, El Capitolio, antigua sede del Congreso de la República, ha cerrado para reparaciones.
Eusebio Leal, Historiador de La Habana, afirma:
“El Capitolio es un Monumento Nacional. Lo fue y lo ha sido desde el
momento de su construcción… a lo largo de los años ha sufrido las
condiciones propias del clima tropical de Cuba. La cúpula, por ejemplo
es lo suficientemente alta como para recibir la salinidad del mar,
además de los vientos del norte y huracanes. Con el tiempo, dejaron de
funcionar prácticamente todos los bajantes pluviales por tupiciones en
las azoteas y las filtraciones dañaron lugares que jamás debieron haber
sido dañados. No funcionaba el sistema de pararrayos: un peligro
espantoso”.
Tanto o más espantoso que las tormentas eléctricas, es el
abandono sufrido por el Capitolio. Según el inventario de calamidades
que hace Leal, “patios enteros estaban cubiertos de placas de hormigón
que se fundieron para evitar la entrada de agua ante la imposibilidad en
su momento de dar otras soluciones más adecuadas. Todo ha sido
demolido. Debajo de la escalinata también había serios problemas
estructurales por utilizarla para bajar grandes pesos. El deterioro
viene dado, en parte, por los diversos usos que se le dio a la
edificación. Después de ser Cámara y Senado [hasta 1958] se convirtió
en museo y hubo que realizar grandes adaptaciones […] Inevitablemente,
el cambio de uso de un edificio, creado con una determinada función,
modifica, quiérase o no, el ambiente interior…Todo esto reporta daños
inevitables” (1).
El menoscabo del Capitolio comenzó en 1959, con el triunfo castrista,
que desdeñó el ícono nacional como representación del pasado. Otra
edificación emblemática, el Palacio Presidencial, ubicada cerca del
Capitolio, también está en reparación, por parecidas causas de
deterioro. Perdió su función independiente y se recicló como Museo.
Eusebio Leal cuenta que Raúl Castro “había comentado ante los
diputados a la Asamblea Nacional que algún día habría que regresar al
Capitolio”. ¿Será retomado como símbolo nacional? Si así fuese, no
bastaría. ¿Devolverán también su vigencia a la Constitución del 40? ¿Se
restablecerá el poder Legislativo con sus dos cámaras en sus respectivos
hemiciclos? ¿Y los poderes Judicial y Ejecutivo?
De no ser así, el traslado de la unicameral Asamblea Nacional al
Capitolio solo cubriría apariencias, además de servir como atractivo
turístico para captar divisas.
El Capitolio Nacional, joya patrimonial, ha trascendido épocas.
Trascenderá incluso la actual etapa del gobierno más largo de la
historia republicana. Su reconstrucción salvadora, antes que se desplome
como tantos otros palacios coloniales y edificios patrimoniales, merece
sinceros aplausos. Los gobiernos pasan, las obras quedan.
Fuente: CUBANET
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