El vestido de encaje y los largos collares de perlas indican que ha
comenzado la transformación de Grettel Trujillo en una anciana de 120
años. Pero aun quedan sin maquillar los ojos color miel muy poblados de
pestañas que distinguen a la actriz cubana.
Dentro de unos minutos, cuando comience Josefina la viajera,
el monólogo escrito por Abilio Estévez y dirigido por Rolando Moreno,
la señorial escalera de madera del Miami Hispanic Cultural Arts Center
será la mejor aliada de Trujillo, que en cada función invita al público a
seguirla hasta el segundo piso. Ya para entonces, sus pasos serán
inciertos y su voz, agotada, como los de una mujer centenaria que ha
recorrido medio mundo.
“Siento que mi fuerte como actriz son los
personajes llamados de carácter. Cuando me transformo me siento muy a
gusto, dejo de ser yo misma por un rato”, comenta Trujillo, indicando
que “eso de ser uno mismo todo el tiempo, además de difícil, es bien
agotador. Puedo decir que me guardo junto con mi ropa en un armario
hasta que termina la representación. ¡Eso es bien divertido!”
Trujillo, que ha trabajado, entre otras obras, en Ana en el Trópico, de Nilo Cruz; Electra Garrigó, de Virgilio Piñera, y que se ha dado a conocer sobre todo por su magnífica interpretación en El enano en la botella, también de Estévez, presenta desde hace dos fines de semana la reposición de Josefina
a sala llena. El monólogo continúa este fin de semana en una puesta
mucho más elaborada que cuenta con la compañía al piano de Isaac
Rodríguez.
¿Cómo comienza tu relación con Josefina la viajera ?
Parte
de una conversación que tuve con Abilio Estévez en una de sus visitas a
Miami en mi casa, cuando participaba en la Feria del Libro, en el
verano del 2006. Poco antes, Marcos Casanova, en ese momento director
del Teatro 8, le había pedido que escribiera una obra original para
estrenar en la sala de su teatro. Marcos me había pedido que lo
contactara y por eso le comenté mis ideas a Abilio, hablándole en
imágenes que veía: personajes que emprendían un viaje y se comunicaban
con sus antepasados representados en fotos, que de alguna manera los
conectaban en un mismo lugar y tiempo. Entonces ellos establecían una
comunicación, una larga conversación, una especie de reajuste de cuentas
con el pasado. Abilio se fue con mis ideas y las mezcló con su genio de
escritor y salió esa criatura fascinante de 120 años que se llama
Josefina Behaurnais.
¿Qué te atrae de este personaje?
Su
descarnada y sincera deconstrucción de eso que se llama “cubanía”. Me
atrae su sentido del humor y esa mezcla que descubrí en ella de un poco
de todas las actrices y cantantes cubanas.
¿Tienes una predilección especial por el teatro de Abilio Estévez?
Trabajé antes en El enano en la botella,
también un monólogo. Le estrené ese texto, ya imprescindible de la
dramaturgia cubana, que andaba rondando por La Habana (como un personaje
en busca de un actor), y que afortunadamente me encontró por esas raras
sorpresas del azar. La predilección existe, claro, y por eso creo me ha
caído este otro regalo: este monólogo que es casi una catarsis
colectiva de amor y desamor.
Fuente: NUEVO GERALD
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