Publicidad

viernes, 19 de julio de 2013
0 comentarios

Epifanía del cuerpo: Servando erótico

Líneas de sensual cadencia, cuerpos desnudos en el éxtasis o en el reposo, acariciantes texturas… Visitamos una exposición que reúne algunas de las obras eróticas de Servando Cabrera.

Epifanía del cuerpo, ese el título de la exposición, y pocas veces mejor puesto. Lo que se exhibe todo este mes en el Museo-biblioteca Servando Cabrera Moreno (Paseo 304, Vedado) es una celebración de la sensualidad y el erotismo. Con fondos de la institución y otras entidades culturales, y el aporte de coleccionistas privados, se han reunido una buena cantidad de dibujos de una de las más intensas etapas creativas de Servando Cabrera (1923-1981): su trabajo con el cuerpo humano, con una vocación decididamente erótica (homoerótica en muchas de las piezas), desprejuiciada y esteticista, alebrestadamente sensual.

Son obras creadas entre finales de los años sesenta y la década de los setenta. No hay que hacer mucha historia: fueron tiempos difíciles para ciertas vertientes del arte en Cuba. El conservadurismo, las visiones estrechas sobre el hecho cultural, el prejuicio y el machismo puros y duros, la homofobia institucionalizada, las indefiniciones de la política cultural… lastraron la obra de muchos artistas. En 1971, Servando Cabrera pretendió exponer esta faceta de su trabajo en el Museo Nacional de Bellas Artes, pero la censura se lo impidió. Afortunadamente el pintor no dejó de trabajar.

Sus últimos años fueron un frenesí, un alud pictórico. Muchos críticos e historiadores del arte dicen que la última década fue la cúspide de su creación. Desafortunadamente, no pudo exponer mucho (no se lo permitieron), hubo que esperar un poco para que su obra saliera nuevamente a la luz.

Algunas de las piezas de esta muestra nunca se habían expuesto en público. Mucho tuvieron que ver las limitaciones que se le impusieron al artista, pero también —como apunta la curadora Rosemary Rodríguez Cruz en las palabras del catálogo— “las ansias servandinas de conservar sus obras en las habitaciones y paredes de su casa”.

Los dibujos —desde los más abstractos hasta los más explícitos— recrean esa atmósfera tan cara al pintor: la suavidad sensual de la línea, las transparencias sugestivas, la armonía de los “volúmenes” acoplados... Es un mundo cálido y exquisito, estilizado y transgresor. Servando camina en la línea misma del deseo —sinuosa, danzante línea, cuerda floja— develando aquí y ocultando allá, en un juego de curvas y oquedades, junturas y declives deliciosos. Hay un impulso casi coreográfico: se intuye el movimiento, la oscilación voluptuosa, el latido nervioso…
Cuerpos masculinos y femeninos, íntegros o parciales, “existen” en una placidez convidante, que a veces deviene éxtasis abrumador. Sensibilidades muy castas podrían incluso sonrojarse: en la búsqueda de la belleza del cuerpo, el maestro no deslizaba velos oportunos. Los órganos sexuales se integran al conjunto con pleno derecho: el derecho de la hermosura. No hay aquí, sin embargo, intenciones de epatar, de ofender o sobresaltar: todo es delicado (incluso lo más violento), etéreo por momentos, armonioso y diáfano.

El cuerpo, para Servando, era también maravilloso paisaje. Por eso muchos de esos fragmentos parecen transmutarse en elementos vegetales, en relieve terrenal y sinuoso. La metáfora de la fruta prohibida o de la tierra prometida. El cuerpo es el templo, parece decir Servando.

Hay también algunos rostros y cuerpos, retratos ideales dibujados en 1978, durante una estancia en España: Pedro Romero, Pepe el romano y Los muchachos de Tirso Molina. Aquí están las caras andróginas, de inquietante belleza, prodigadas por Cabrera… y en segundo plano, como contexto palpitante, trazos de erotismo más o menos evidente.

Epifanía del cuerpo es un conjunto hermoso e incitante.  Y es también una aventura. Lo escribe la curadora en el catálogo: “estudiar los principales derroteros de la producción plástica nacional en el arco temporal en que desarrolló su quehacer Servando, nos permite reconocerlo como pionero y defensor del arte erótico y homoerótico. La distancia epocal que nos separa de los años en que la obra de Servando fue incomprendida, nos permite compararlo con las poética de sus contemporáneos y defender su condición de iniciador”.

Tiene razón: Servando Cabrera fue un iniciador. Su camino lo siguen recorriendo algunos artistas ahora mismo.

Fuente: CUBASI Algunos Inventos Cubanos 2
NG La Banda, una nueva generación 25 años después
El otro principado de Mónaco
El «elegguá» de la música cubana
Serie Duaba, próximo estreno de la Televisión Cubana

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Toggle Footer
Top